Esta mujer (sé que puede parecer un hombre, pero no lo es) se dedicaba a la pesca de pulpos. Los sacaba del agua (no vimos cómo), quitaba sus corazones y golpeaba los cadáveres contra el suelo. Habíamos terminado de comer hacía unos minutos y pudimos dar fe de que en el restaurante no pusieron el mismo mimo con su cocina. Creo que la mejor foto del viaje estaba ahí mismo, a la orilla del Egeo, sacando corazones y golpeando pulpos. Mientras tratábamos de hablar con ella, los ingleses se dedicaban a vomitar los excesos de la noche anterior en el baño del bar más cercano. Creo que ellos no hicieron la misma reflexión sobre el valor de una foto.
martes, 17 de marzo de 2009
martes, 10 de marzo de 2009
Agua gratis
Algo diferente a la hora de tomarse algo en un bar de Grecia es que te sirven una botella de agua sin que la pidas. A mi me pareció una buena idea y no creo le que salga tan caro al hostelero (seguro que la pagas en el precio de la consumición). No llegamos a pedir sólo agua, igual te regalaban el café...
martes, 3 de marzo de 2009
Arte griego
Esta entrada es de obligada aparición al hablar de un viaje a Grecia. Considero que lo mejor es dejar un enlace a la Wikipedia y destacar dos aspectos relevantes de nuestra estancia en la Acrópolis. El primero es la suerte que tuvimos por poder estar allí ,casi solos y sin tener que pagar por ello. Todo porque fuimos un lunes cualquiera de febrero y por tener carnés de estudiante (en realidad eran de todo tipo, estudiante, profesor y artista del alambre, pero la actitud es un aspecto clave a la hora de gorronear, según nos dijo J.Antonio, nuestro auténtico guía en estas aventuras). El segundo, en el que la gente muy viajada coincide, es que la mejor forma de ver el arte griego es ir a Inglaterra, donde a fuerza de expoliar han conseguido un patrimonio cultural bastante completo. Lo dicho, os dejo con la Wiki y con un par de fotos.
lunes, 2 de marzo de 2009
En tierra de Dionisio
Una constante cuando se sale fuera de España es lo caro que resulta beber, no es que estemos todo el día empinando el codo, pero un buen vino es bien recibido de vez en cuando. Grecia no parece ser la excepción y lo pudimos comprobar en la primera noche que pasamos en Atenas. La comida no estaba nada mal y era bastante barata (cenábamos muy bien por unos once euros cada uno), pero el vino era otro cantar. Creo que estamos acostumbrados a tomar unos vinos bastante buenos y a unos precios muy ajustados (por siete euros puedes comprar una botella importante en cualquier supermercado de España), lo que hace que en seguida lo echemos de menos. Por fortuna pudimos encontrar, en pleno corazón de Atenas, un local bastante coqueto en el que servían buenos vinos. En él, lo mejor era concentrarse en la copa y en el genuino sabor del bar, sin prestar mucha atención al tema de la higiene (en alguna de las fotos se pueden ver rebordes de porquería recorriendo diversos objetos). En un momento de la noche nos dimos cuenta que de poner en marcha los ventiladores (cosa que parecía no ocurrir desde los años sesenta) algún cliente moriría sepultado por un alud de roña. La fortuna sonríe a la gente del CEP (a veces) y el fatal incidente no se llegó a a producir.
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