martes, 31 de julio de 2007

Mezquitas.

Sin duda una de las cosas más significativas de un viaje es la religión mayoritaria del país que se visita. Recuerdo que en Finlandia había dos catedrales, una cristiana - que no nos llamó la atención por no significar nada nuevo para nosotros- y una luterana -la más curiosa- En Turquía la novedad eran las mezquitas y ,sobre todo, las llamadas a la oración. En ese momento los locales bajaban el volumen de la música y se podían oír en toda la ciudad. Como no tengo grandes -ni pequeños tampoco- conocimientos del Islam, he puesto un enlace en el que se explican algunas cosas. Las fotos si que son de mi cosecha.


Antes de ir a la mezquita un poco de higiene.





Minaretes, mezquitas y demás.


Rezos y el "Hijab".

Más higiene.

Vida de vacaciones.

Tras haber asumido que las maletas no iban a estar con nosotros -al menos durante el viaje- nos decidimos a regatear en el Gran Bazar. La cosa es bastante fácil, los vendedores -hay miles- hablan cualquier lengua del planeta y basta con decir que algo no te interesa para que se ofusquen y te lo ofrezcan repetidas veces bajando el precio de una manera considerable. Si al final te interesa el artículo pones cara de estreñido y pagas al tipo como si le hicieses un favor, a continuación te vas con la sensación de haber timado a un vendedor que seguramente te habrá tomado el pelo. En este lugar -el Gran Bazar- puedes comprar de todo, yo me decanté por calzonzillos, calcetines y alguna camiseta -todo de lo más falso- que supuse que bastaría para pasar una semana en terreno extranjero. La verdad es que creo que acerté, no se necesita mucho para subsistir en tierras infieles. De esta manera pasaron los días hasta nuestro regreso.

Pipas en el Gran Bazar.

Pañuelos.

Estos maniquíes estaban por todas partes. Dan un poco de miedo.

Más maniquíes.

Y lámparas.



Inma poniéndose unos calcetines turcos.

martes, 24 de julio de 2007

La sorpresa

Tras un viaje en avión bastante tranquilo y corto -unas tres horas y media- el fatigado viajero aterriza en Estambul, frontera entre Asia y Europa, cuna de civilizaciones y manantial de paz. Lo malo es la cara que se te queda al ver que no tienes maletas con las que disfrutar de todos los atributos antes descritos. Como Inma se fue al servicio se perdió el suceso y fui yo el encargado de comunicarle la buena nueva. Ella no se lo creía -normal por otra parte, con la cantidad de sandeces que le cuento a la hora- y tras reclamar en Español, Inglés y Sánscrito -y no en este orden- nos fuimos a nuestro hotelito de cuatro estrellas -en la escala de estrellas estambulíes, que son iguales en número pero bastante más cutres en calidad- donde procedimos a organizar nuestra vida de ascetas/ turistas. Pensamos que no era para tanto, ya que la chica que nos atendió en el sufrimiento nos aseguró que al día siguiente las maletas vendrían en un avión y que nos las llevarían al hotel de cuatro estrellas -categoría Estambul-. Pero no, ni maletas, ni avión ni ropa para cambiarnos, las maletas habían desaparecido como Roldán en sus buenos tiempos y nadie -ni el gran buscador global al que llamamos con devoción- nos supieron decir que iba a ser de ellas.

Esta bandera ondeaba a doquier.

Facturando

El arranque del viaje no tiene nada de especial, es como cualquier otro de los cienes y cienes que hay cada día. Por desgracia fue eso, como cualquier otro en todos los aspectos, maletas perdidas incluido, por difícil que parezca se pueden perder veinte maletas de un mismo vuelo que no realiza escalas ni nada por el estilo. Yo pensaba que el asunto era fácil; te ponen unas etiquetas en las que dicen al personal de tierra a que avión hay que subirlas, luego se suben al susodicho avión y se recogen cuando este aterrice... Pues no, al aterrizar hay varias maletas que nadie sabe muy bien a donde han ido a parar. Yo creo que las nuestras estuvieron con los calcetines que se tragan las lavadoras, pero es sólo una sensación.

Este no era nuestro avión, pero seguro que en él también desaparecieron maletas.

Las vacaciones del señor ¿Hulot?...

... no, del señor Pedro y de la señorita Inma. Por la cantidad de imágenes recogidas -a pesar de no tener cargador para la cámara, ya veréis por que- he pensado que la mejor manera de ir contando el viaje que hemos hecho es por entregas. Como si de una retransmisión televisiva en diferido se tratara iré colgando algunos posts sobre la aventura más grande jamás contada en “La Guarida del Androide”. Espero que os guste.

martes, 10 de julio de 2007

Algo bonito.

Huyendo de la arquitectura tan “especial” del levante uno se puede refugiar en Altea. Es un pueblo en lo alto de una montaña, lleno de casas de color blanco. En él hay dos cosas que llaman la atención: una es el hecho de que desde muchas calles se puede ver el mar de un color azul muy vivo. La otra es el restaurante ¿japonés? llamado “El Gaucho”, en el que se puede saborear comida italiana. Mientras comes (muy bien, por cierto) puedes ver a las hijas de una japonesa, camarera y , probablemente, propietaria, que colorean un cuadernillo de “Hello Kitty” y juegan escaleras arriba, escaleras abajo. Al final del banquete estupendos postres y las hojas coloreadas, más estupendas si cabe.

sábado, 7 de julio de 2007

En la feria.

La verdad es que no hay playa que se precie que no tenga una feria aneja. En las imágenes (parecen un anuncio de Camper) se pueden ver norias, caballito(s), camas elásticas y demás atracciones. Mención especial merecen los gritos de Inma desde el segundo dos de estar en la noria (la verdad es que con las vueltas se fue calmando, hasta alcanzar un estado normal). Para los que no hayan ido a una buena (con arena en el suelo, churros y pollos asados) hace tiempo, os lo recomiendo. Me faltó conseguir un peluche disparando a palillos con una escopeta torcida, pero el balance general de la experiencia es de lo más positivo.











Fenómenos paranormales.

Fue gracias a la imagen que espectador de “Cuarto Milenio” envió a la cadena, que Iker pudo comenzar con la investigación del asombroso caso de la niña sirena. Según fuentes de “Cuatro”, el equipo de parapsicólogos del programa está dedicado en cuerpo y alma al extraño caso. “No habíamos visto nada semejante desde el caso de la lanza de Longinos y las bases extraterrestres en la luna”, declara el portavoz del grupo. De momento, las únicas filtraciones informativas de las que disponemos son las primeras palabras de la sirena; “esa maldita cámara hace muy anchas mis caderas”. Mantendremos al pueblo llano informado de cualquier otra novedad sobre el suceso.

La sirena y el bañista.

jueves, 5 de julio de 2007

Con Javi...

Por Chueca. Aprovechando que era la fiesta de orgullo gay nos pasamos por ver el ambiente (no te asustes mamá...). Todo era muy divertido pero Ima se portó muy mal. De todas formas, como tu hijo es muy bueno la llevó a un restaurante chinorris-japonés y cenó con ella. Luego nos persiguió un loco y nos reímos mucho una vez nos vimos en el coche. Cosas de los Madriles...


Una foto loca...


Yo en un retrovisor.


Un chino en autobús.


Y un gato que saluda (típico japonés)

Por la mancha.

Siguiendo la línea de mínimo esfuerzo (y sufrimiento) que marcan unas vacaciones como Dios manda, nos desplazamos al festival de Almagro para ver a Els Joglars. La obra interpretada fue “En un Lugar de Manhattan”. La obra me gustó mucho y Fontserè estuvo inmenso (para variar). Cuando salga en cassete te la compro.


Inma y Marisa entrando en la Hospedería.


La Hospedería por dentro. Un sitio precioso para cenar.


Y Almagro por la noche.


La vida floja

Hace unos días estuvimos en “El Pago del Vicario”. Esto es un vino, un hotel y una bodega (como la Santísima Trinidad, pero inteligible). El sitio resultó de lo más “chic” y el restaurante impresionante (del vino ni hablamos). Las imágenes dan una idea de lo que era el hotel y la bodega. Por cierto, como había bicicletas a disposición de los clientes (para dar un paseo entre vides) las probamos y nos hemos aficionado al deporte de las dos ruedas. Que tiemble Indurain.


Vista de la bodega desde el hotel.


Restaurante (puedes enfermar de tanto comer).


Y unas barricas carísimas...

Cierre

Hasta el curso que viene. Descansamos y dejamos atrás una dosis de locura laboral de lo más sana. El jefe del Euromillón, los conserjes locos y los mundiales de fútbol-oficina que acabaron con el jarrón de Silvia verán la luz de nuevo en un par de meses. Hasta entonces.

El jefe del "Euromillón" haciendo de las suyas...